3 de Julio | Día del Locutor
Aquella noche que descubrí en la tele un grupo de personas que intercambiaban palabras, y detrás como en un segundo plano aparecía un tipo con dos bandejas de pasadiscos. Y con unos grande auriculares. Uno de los locutores lo tenía conocido. Se llamaba Juan Alberto Badía. Y el programa se llamaba Imagen de Radio, y consistía en hacer radio pero desde la tele. Eso fue lo que terminó de sellar en mi cabeza lo que ya había visto hacer al Negro Alcaraz, Fausto Pucheta o los relatos del Chiche Elizalde en la cancha del Sport Club de Alvear para la LT21 Radio Municipal de Alvear cuando tenía nueve o diez años. Y alguna vez ya más grandecito, viendo en esos magníficos Estudios trabajar a Miguel Ángel Lovera, Darío Orlando Díaz entre otros locutores de Radio Nacional Santo Tomé.
Así fue que un día me acerqué a FM Soberanía de Santo Tomé. Y de cara dura me presenté diciendo mi intención de ser locutor en esa emisora. Fui bien recibido por uno de los locutores que allí trabajaba, quien me dijo: – Venite mañana de tarde que te vamos a tomar una prueba.
A partir de ese momento comenzó otro momento de mi sueño de comunicador, y me puse muy nervioso hasta que llegué al momento indicado a la radio. La prueba consistía en leer en vivo una publicidad de una conocida bicicletería de Santo Tomé. No recuerdo bien cómo fue que leí el papelito donde enunciaba las características del negocio. Pero de lo que estoy seguro es que debe haber salido horrible, porque el papel nunca quedó quieto entre mis dedos que solo temblaban. Ahí nomás la persona que me había atendido por primera vez me dijo que esperara la respuesta en la sala de entrada de la emisora .Pasado unos minutos salió y me dijo que el director había manifestado que no me escuchaba bien, porque no tenía timbre de voz para locutor. Por supuesto que a esa edad me fui furioso diciendo quienes se creían para decirme eso. Aunque tenían razón debo admitir.
Después de esa mala experiencia comencé a reflexionar, y me di cuenta que había sido muy irresponsable e insolente de mi parte haber ido a presentarme sin ningún tipo de preparación previa para tal trabajo. Fue entonces que alguien que no recuerdo bien quien, me dijo, tenés que grabarte y escucharte. Y ahí vas a ir mejorando. Un detalle, en mi casa no había ningún grabador. Entonces volví a apelar a mi caradurismo, y un día estando con un vecino le pregunté si el grabador que tenía en la cocina grababa voces. Y él me dijo: – La verdad que no sé, pero si querés probar llevalo y fijate. Yo te lo presto, pero va a tener que ser de noche porque de día lo usamos acá en la casa.
De inmediato le conté a mi amigo hermano y compañero de tercer año de la Escuela Normal, el Quino Delgado de mis intenciones de convertirme en supuesto locutor. Entonces, todas las noches tipo nueve yo pasaba cual corsario a buscar el grabador prestado por la casa de mi vecino. Después de las nueve preparábamos un mate con Quino, y nos disponíamos a grabar. Recuerdo que las primeras correcciones de mi primer escuchador eran muy severas, y creo que solo la sinceridad de un amigo juega a favor de estas patriadas adolescentes. De todos modos yo confiaba mucho en mi cara de lata. Así pasaron unos cuantos meses donde fui guardando las grabaciones de mis lecturas que técnicamente distaban de ser de calidad, aunque mi autoestima podía percibir mucha pasión. Hasta que un día se las muestro a otra persona que se conmovió y me animó a hacer un programa de radio. Justo había comenzado a transmitir hacía poco tiempo FM Integración .Así que hasta allí llegamos con la propuesta a Los propietarios Luis Alberto “Jaja” Ramírez y su hermana Elina, quienes se vieron entusiasmados, y nos cedieron un espacio los domingos de 17 a 19 horas con un programa de música internacional de los ochenta. Donde por fin pude tener mi primera experiencia como supuesto locutor. Y donde por suerte para mí, y los oyentes nada de eso quedó registrado.

A partir de ahí solo pensaba en capacitarme y crecer en lo que sería mi vida laboral. Así que cuando terminé quinto año me fui a Corrientes Capital, y me anoté en el ingreso a lo que supuestamente iba a ser la carrera de Locutor Nacional. Éramos quinientos aspirantes para cuarenta vacantes. Y después de tres jornadas de capacitación pasamos por la prueba .Donde como era de esperar por rendimiento y posibilidades estadísticas, quedé afuera. Entonces me anoté apara estudiar Comunicación Social. Y la carrera de Locución hasta el día de hoy nunca se abrió en Corrientes Capital.
Y ahí empecé en la Escuelita, como le llamábamos cariñosamente a ese lugar de formación frente a la plaza principal de Corrientes. Porque en ese lugar funcionaba la Escuela Primaria Domingo F. Sarmiento. Y después de las seis de la tarde era nuestro espacio de estudios. En ese lugar conocí buenos profesores y excelentes compañeros. Muchos de ellos que son mis amigos hasta la actualidad después de casi treinta años. En esos años en esa ciudad pude experimentar capacitaciones esporádicas brindadas por profesores del ISER (Instituto Superior de Radiodifusión), una de las entidades más prestigiosas de nuestro país, donde egresaron la mayoría de los profesionales de la Radio y Televisión argentina. Recuerdo haber dejado de lado el dinero de algún almuerzo para poder pagarme el pasaje hasta Resistencia Chaco donde se realizaban esos mini cursos de locución y foniatría. Eso me permitió mejorar mucho la técnica, no dejando de soñar nunca, y hasta éstos días de algún día poder hacer la carrera de Locutor.
Después me volví a Santo Tomé y comencé a hacer distintos proyectos radiales donde me fui dando cuenta que la locución es una las herramientas más importantes de la Comunicación. La cual exige práctica, empeño, profesionalismo, disciplina y mucho esfuerzo. Pero sobre todo mucho sentimiento de lo que hoy se llama empatía (ponerse en el lugar del otro).
Queridos amigos escuchadores, oyentes y retroalimentadores de mis locas ideas y delirios radiales. Antes de terminar ésta nota donde les quería reflejar humildemente mi pasión, yo quería confesarles que no me considero un locutor. Los Locutores son Profesionales. Aunque el tiempo me fue enseñando que se puede ser mucho más que eso desde un micrófono, o desde el éter como decían esos viejos referentes de la radiofonía. A mí, la Radio me regaló los mejores amigos, la mejor familia y una vida llena de satisfacciones que descubrí escuchando a Grandes Locutores del mundo, de nuestro país y de mi querido Pueblo; desde la vieja LRA 12, a las primeras radios de frecuencia modulada. A mí la radio me enseñó humildad en cada furcio, en cada autor errado de algún tema musical, o en cada palabra mal pronunciada.
Hasta hace un par de años atrás donde la insolencia nos hizo creer a mí, y a la familia que podíamos tener una Radio Virtual chamamecera, desde la casa que se llama lapatriaguarani.com, (donde hago jugar a “ser locutores” a amigos y compañeros de trabajo). Con una página que quiere ser algo positivo que sume a la pertenencia al lugar donde nacimos.
Y después de más de treinta años, me siento frente al micrófono con el mismo respeto, y con las mismas manos temblorosas de aquella primera publicidad mal leída de la bicicletería. No olvido al vecino del grabador prestado, a mi primer corregidor amigo, a los profes y compañeros de la Escuelita, a los que confiaron en mi capacidad empírica, y sobre todo a los referentes. Y menos olvido tienen los que sostienen con su oreja, los egos más desopilantes de alguien pretensioso que por éstos días, sigue jugando como si tuviera un cajón de manzanas de mesa, y un palito con una mandarina en la punta como micrófono, a ser un gran locutor. Sabiendo que todo se resume en que…
Las palabras deben partir del cerebro, pasan por el corazón, y se expresan por la boca.
Andrés Farenga
