MARINA Y RUBÉN, MAESTROS RURALES BAJO CERO

PERO CON UN CORAZÓN CALIENTE Y VALIENTE

Todos los años cuando se acerca el 11 de septiembre en La Patria Guaraní, intentamos revalorizar y homenajear la tarea docente. Y siempre vamos buscando la manera de que ese homenaje nos deje un testimonio que nos permita encontrarnos con una nueva experiencia, que nos dibuje y nos permita seguir aprendiendo de esos seres llenos de humanidad y vocación que vuelcan día a día lo mejor que tienen, en las aulas para con nuestros niños. En busca de un mundo y un futuro mejor.

Este año quisimos transmitir desde la voz de los propios personajes, la vivencia de cómo se es maestro rural en la Patagonia Argentina, con un clima agreste, duro y las adversidades que se le presentan a los enseñadores con las características propias de esta parte del planeta.

Y nos encontramos con un matrimonio conformado por dos maestros chaqueños, oriundos de La Leonesa de la provincia del Chaco, ellos son Marina Sánchez y Rubén Iserre; que llevaron adelante su labor de educadores en la Escuela N°26 “Gendarmería Nacional”, ubicada en la Estancia Las Vegas, distante a 100 kilómetros hacia el centro de la provincia de Santa Cruz, yendo hacia la cordillera por la Ruta provincial N°5.

Escuela N°26 “Gendarmería Nacional”

Empezamos la charla saludando en su día a la maestra Marina; y ella antes de comenzar hizo extensivo el saludo a todos los Maestros de la Patagonia y de todo el país. Y enseguida comenzó a contarnos que ni bien se recibió se vino al sur a trabajar, ya que en ese entonces ya estaba de novia con Rubén, quien ya hacía tres años que vivía en el Sur.

Ella resalta lo distinto de la vida en éstos lugares; y dice que le costó mucho adaptarse porque hasta ese momento nunca se había separado de su familia del Chaco. Y en algunos momentos hasta pensó en volverse. Pero al ver la realidad de los chicos en ese lugar se conmovió por la forma de vida que llevaban, ya que la escuela también es el hogar. Sus padres trabajan en las estancias y se ven con ellos cada semana, o cada quince o veinte días; nos cuenta. Entonces Marina pensó que, si se iba, esos chicos iban a quedar solos, y así fue que decidió quedarse en ese lugar inhóspito aclarando que le costó un montón recomenzar su vida ahí.

Marina Sánchez

LPG: Marina ¿Cómo es trabajar en una escuela rural en la Patagonia?

Marina: Para mí fue algo tan especial, imagínense yo acá del Chaco; me voy a convivir con distintos maestros de distintos lugares del país y encontrarme con chicos rurales, con cada una de sus historias de campo. Cosas muy distintas a mi lugar de origen; no teníamos luz eléctrica. El grupo electrógeno se arrancaba a las siete de la mañana. Ahí se comenzaba la labor, y como teníamos una sola cocinera, los maestros también teníamos que ayudar en esa tarea. El pan lo elaborábamos ahí. A las ocho desayunábamos, y ocho y media izábamos la bandera antes de entrar a clases. Muchas veces en invierno en la oscuridad y con mucho frío. Las clases eran hasta las doce y media, y a la tarde dábamos clases de apoyo. Pero todos los días eran muy particulares, porque no solo era escuela, sino que también vivíamos con los alumnos. Los alumnos estaban separados en dos espacios, uno para las nenas y otro para los varones. Con la atención de los maestros varones y las maestras mujeres.

LPG: En algunos casos, a parte de la enseñanza tradicional, ¿Ustedes también eran los seres de contención emotiva de esos niños?

Marina: Yo me encontré con chicos que ingresaban a primer grado y eran muy chiquitos; y cuando se quedaban por primera vez lloraban. Sus padres se iban con la promesa de que a la semana venían a buscarlos, pero muchas veces ocurría que, por las grandes distancias que tenían que recorrer, se les hacía imposible y se quedaban quince días. Y bueno, en esos momentos donde se ponían mal había que consolarlos, por ahí yo también muy sensible también lloraba con ellos. Y yo les decía que eran afortunados porque tenían a sus padres dentro de todo cerca, porque los tengo muy lejos les decía. Y ellos me decían “bueno maestra, no llore usted también”. Y así íbamos tirando. Había mucho cariño y mucho amor de parte nuestra. Pero ellos nos enseñaron a convivir en esa escuela que también era hogar, porque para nosotros era todo nuevo.

LPG: ¿La población más cercana a cuantos kilómetros estaba?

Marina: Estábamos a cien kilómetros de la ciudad, pero a los chicos les quedaba muy lejos los lugares donde vivían sus padres en los parajes y en las estancias campo adentro. Una vez nos ocurrió que llegó el día de la madre y un chico no iba a poder ir a pasar con su mamá, así que con mi esposo nos decidimos a llevarlo. Llegamos muy tarde al lugar donde vivían, pero pudimos hacer que ese día de la madre ese niño lo pase con ella. Y fue una alegría inmensa para nosotros.

LPG: Hay alguna anécdota de las tantas que deben existir, que haya marcado su vida laboral.

Marina: Hay muchísimas y yo estoy muy emocionada realmente, he pasado la mitad de mi vida en ese lugar y esos chicos fueron como mis hijos. Es el día de hoy que nos comunicamos a través de las redes sociales muchas veces, y ellos siempre recuerdan todas las enseñanzas, y recuerdan nuestros consejos de que debían estudiar mucho y seguir; o como les enseñábamos a lavar alguna ropa, entre tantas cosas. Y yo me siento muy contenta de poder haber dejado una huella en muchas personas. Mi marido tiene una anécdota muy linda para contar.

Se suma el esposo de Marina, Rubén.

Rubén Iserre

Rubén: Hola buenas tardes, antes que nada, muchas gracias por poder darnos la posibilidad de contar nuestras vivencias. Yo quería contar una, como debe haber tantas de cientos de maestros a lo largo del país, y otros haciendo patria en el sur del país. La anécdota que tengo es con un chico que se llamaba Cristian Pérez. Él llegó cuando cursaba sexto grado y venía de otra escuela rural de Fuente del Coyle. Y así nos fuimos conociendo hasta que empezamos a compartir el gusto por el automovilismo, mirando las carreras por la tele y viendo revistas. Y por circunstancias particulares, él se hizo fanático del Turismo Carretera. Pasaron los años y este niño se hizo más grande, hasta que un día nos enteramos que venía la categoría a Río Gallegos; yo hice las gestiones con el director que se llamaba Néstor Álvarez. Este hombre era muy bueno y me autorizó bajo mí responsabilidad poder llevarlo a ver la carrera a manera de sorpresa. Ese fin de semana íbamos a estar trabajando en la escuela y no íbamos a poder ir, yo le decía y nos lamentábamos. El sábado también hablamos de eso y él estaba muy apenado. Pero ese día domingo bien temprano fui y lo desperté hablando bien bajito para no despertar a los otros chicos, le dije: «Cristian nos vamos a Gallegos a mirar la carrera». Él pegó un salto de la cama y al rato ya estaba vestido. Y así fuimos y disfrutamos de toda la fiesta del TC. Siempre recuerdo su cara de felicidad durante toda esa jornada y a la vuelta. Pasó el tiempo y un día, hace un par de años, nos enteramos de su fallecimiento en un accidente de tránsito. Siempre nos quedó ese recuerdo de poder haber cumplido parte de sus sueños de darle el gusto de ir a ver eso que tanto le gustaba.

LPG: Rubén ¿Cómo es la vocación en esos lugares?

Rubén: Nosotros no estudiamos para estar en una escuela rural. Pero de repente la vida nos presenta esta oportunidad y tenemos que hacernos cargo de una gran casa, que es como una gran familia con veinte niños alumnos que conviven con nosotros; con toda la responsabilidad que eso amerita. Todo debe funcionar desde lo pedagógico que es lo más importante. Como decía Marina, todos los días era una aventura nueva, nos quedábamos sin gas o se congelaba el gas oíl, o el camión que nos tenía los víveres no podía entrar y teníamos que salir a pedirles a los estancieros vecinos que nos dieran algún animal para poder dar de comer a los chicos. Eso sí que fue todos los días una aventura nueva. Pero gracias a Dios fuimos sorteando todos esos inconvenientes que se presentaron y pudimos llegar a buen puerto.

Director de la Escuela N°26 Néstor Álvarez

LPG: ¿Cuál fue la temperatura más baja que soportaron en la escuela en Las Vegas?

Rubén: Recuerdo fue un día antes del Acto del Día de la Bandera y estaban por ir autoridades de Río Gallegos. Esa noche se congelaron todas las cañerías y no teníamos agua para preparar el desayuno ni nada. La temperatura esa noche fue de 20 grados bajo cero. Recuerdo que demoramos más de tres horas para poder descongelas los caños y ya se nos estaban congelando los dedos a los que estábamos trabajando con eso. Estuvimos como tres horas para poder descongelar las cañerías.

LPG: ¿Qué recuerdo tiene de la nevada del ‘95?

Rubén: Esa vez nosotros estábamos haciendo cursos de capacitación en Río Gallegos, y cuando volvimos tuvimos que dejar el auto en la ruta 5 a tres kilómetros de la escuela por el lado sur; porque no se podía entrar por el camino principal. Nosotros llegamos por la parte de atrás de la escuela y pasamos por arriba de ella para llegar al frente; ahí hicimos un hueco para poder entrar. Había dos metros y medios de nieve sobre la escuela.

LPG: Una pregunta que quería hacerles es ¿Ustedes a medianoche, se levantaban y abrigaban a esos niños como si fueran sus hijos?

Rubén: Si amigo, es así tal cual como vos decís. También muchas veces había que consolarlos cuando estaban despiertos y extrañaban a sus familias. Y varias veces salimos de urgencia a medianoche hacia el hospital de Río Gallegos por algún problema de salud que se presentaba, con la premura del caso. Siempre tratándolos como si fueran nuestros hijos.

LPG: Y el día que tuvieron que salir de ese lugar como fue la despedida.

Rubén: Ese día no traté de pensar en eso. El día que tuve que salir de ahí no quise mirar para atrás hasta que llegué a mis pagos acá en el Chaco. En ese lugar dejé veinte años de mi vida. Pasó todo muy rápido, que uno a veces se da cuenta que fue un suspiro. Veinte años de ver todas esas caritas. Hoy me sigo reencontrando con muchos de ellos; algunos profesionales, padres. Y hoy nos estuvimos saludando con algunos de ellos que son nuestros colegas. Estamos felices de poder haber podido hacer posible muchas cosas en ese lugar del mundo.

LPG: ¿Qué le dirían ustedes a los colegas o aquellos que quieren ser Maestros?

Marina: Yo les diría que ni piensen y que sigan, es una labor muy linda. Cuando somos maestros estamos preparando a unos futuros espectaculares. Ellos dependen de nosotros y de lo que les enseñemos, y estamos enseñando a personitas muy valiosas. Todo va a depender de lo que podamos transmitir. Enseñar es gratificante desde el primer día al último, y los frutos se van a ver en el futuro.

Rubén: Es gratificante y satisfactoria la docencia. También muchas veces la labor docente no es bien valorada como queremos los docentes. A nivel humano nos deja un enriquecimiento muy grande. Les digo a los que están estudiando que para mí es la mejor profesión del mundo, todas son importante. Pero tener la posibilidad de pasarles a los niños el conocimiento y los valores que uno les pueda trasmitir, les va a durar toda la vida es lo mejor que nos puedes pasar. Y a todos les deseo un feliz día del Maestro y sigamos luchando por la Educación, que esa es la base de toda nuestra sociedad.

¡Gracias Marina y Rubén!
Entrevista completa

Agradecemos la colaboraciónde Aldo Sánchez.

Reportaje en La Patria Guaraní Radio, Domingo 11 de septiembre de 2022.