EL DÍA QUE APRENDÍ A CUIDAR POMELOS

Ya cargaba los últimos bolsos para el largo viaje al Sur, desde Itaembé Miní en Posadas, en la mañana caliente de ese lugar. Y desde el fondo escuché que mi madre me gritó:

Arrancate ese pomelo que está allá ¡¡Mirá!! Hace días que lo vengo cuidando para vos.

Entonces le dije:

No sé si me lo van a dejar pasar los controles fitosanitarios del SENASA.

Pero igual lo puse en el auto. El pomelo vino moviéndose debajo del asiento, y en algunas paradas cuando lo veía, recordaba el grito de mi vieja Pelusa. Y así vino esquivando los controles que ni me propuse esconderlo.

Y en esta mañana soleada de la Patagonia, mientras preparo mi PATRIA GUARANI del domingo, llega de manos de mi compañera en un plato el BENDITO POMELO CUIDADO por mi viejita.

Lo tomo como un buen augurio de lo que se viene en la salud de ella y de todos. ¿Saben por qué? Porque solo el amor de una madre postrada puede tener la fina idea de ir cuidando todos los días un pomelo en el árbol con la mirada cariñosa, para calmar la sed de un hijo. Cuando éste emprenda el viaje de regreso a su hogar.

Y bue… habrá que cuidar los pomelos para los que vienen nomás.

Buen finde. Nos escuchamos el domingo desde las doce… por lapatriaguani.com