¡Feliz 101 años “Escuela Del Piso”!
Las añoranzas por nuestro pueblo Santo Tomé, a los que estamos lejos, nos trae recuerdos de aulas, de fulbito en la calle, de guardapolvos blancos, de juegos de bolitas en la vereda del vecino, del olor a nuestro barrio. Aprendimos de la calle y nos educamos en nuestra escuela del Barrio. Mi querida y centenaria ESCUELA DEL PISO, la Nº 687 REPUBLICA ORIENTAL DEL URUGUAY.
Me transfiero a mi querido barrio Sarmiento de Santo Tomé y en mi mente se apegan, sufren, lloran y sonríen esos días de barrios y escuela.
- ¡Ey… guarda que viene Quequén y va a patear todas las bolitas del Chinguiri!
Manoteamos las bolitas, saltamos la cuneta y nos metemos en el patio de Quintino Ramírez, allí Quequén no va a entrar, está el bravo perro porque (sí… así se llama) que ya le tiene junado, porque le tienta (se burla) a cada rato. Amenazado por el grupete, Quequén se tranquiliza y dice que va a jugar con nosotros.
Saca su bolsita con bolitas e invita a jugar a la “de vera” (Así se denomina cuando es con apuesta por bolitas. Partido perdido se paga con una bolita.) Somos un montón, y si jugamos todos juntos, se va a armar bolonqui. Se hacen varios grupos. Frente a lo de Vichoca Berazategui, quedan Quintino, Ernesto Berazategui, Hugo Simone y Quequén. Frente a Los Lemos juegan Pona Noble, el Tico Lemos, Edgar “Café” Giménez, Néstor “Sapo” Giménez, Naio y Rulo Gales. Frente a los Gales juegan El gato Avalos, Beto Vignoles, Luicho Zamudio, el Pollo Escalante y Pucherito Maidana que llego bien pesado imponiéndose para jugar.
- ¡Ey, Vichoca! ¡No tires con chuza se escucha a lo lejos!
- Wep, a mí me toca si te gane la medida, grita Naio Gales.
- Jueguen bien gurisadas, no se hagan de los locos prepotea Pucherito.
- Cambio una bochona por dos paraguayitas, dice Quequén y me prendo.
Me da una hermosa Bolita color rojo, le doy dos paraguayitas nuevitas. Agarro mi bolita nueva como punto y me voy a insultarle a mi grupo, porque esa bolita “tiene puntería me dijo Quequén”. En el primer “palito” (Golpe fuerte de una bolita contra otra), CAFÉ GIMENEZ hace añicos mi bolita roja nueva, había sido una María Chiquiña (bolita de tamaño pequeño) que Quequén relleno los agujeritos con arcilla. Cuando Quequén me ve que voy con pucherito para reclamarle, infló chaleco (salió huyendo) para la “ribada” (calle empinada) y se perdió en el monte. De repente Doña Ñata Gales grita:
- ¡¡Gurisadas!! ¡¡Ya son las once!! ¿Ustedes no piensan ir a la escuela?
Y se armó el desbande de gurisadas. A bañarse y comer algo. (gurisadas=niños) Por una hora queda en silencio el Barrio. De repente las calles 9 de julio, la Caa guazú y la Sarmiento se llenaron de guardapolvos blancos. Nos encaminamos hacia la escuela.
En la entrada Don Vidal Rodríguez el portero, con su bolsita de caramelos nos esperaba. En el salón Central comenzaba la formación en fila y tomando distancia. Recuerdo mi quinto grado, con la Maestra Checha a la cabeza, con una mirada nos acomodaba a cada uno en su lugar. Uno detrás del otro, brazo extendido al hombro del de adelante: el Negrito Meza, el Pucherito Maidana, el Pona Noble, el Quico Luna, el Tavo Ríos, el Moisés Reyramo, el Colchonero Sosa y los otros. Las guainas, una más linda que las otras: la Gabi Giménez, la Obregón, la Echeverri, la Negra Maidana y las demás compañeras. Entonábamos la canción a la Bandera y al aula.
En la puerta la Sra. Checha, esperándonos, con cara de pocos amigos… parece que va a ser un día complicado. Parados al costado del banco al unísono saludábamos: «Buenas tardes Señora Checha…». «Siéntense y saquen una hoja», nos decía.
Silencio mortal, miradas cómplices, dedos indicando el orden de la pregunta que no sabemos, cuellos estirados mirando la hoja del de adelante, y la Gabi Giménez que ya termino y entregó. Y Don Vidal Rodríguez con un campanazo nos salva de ese martirio. Recreo.
- Entreguen las hojas y salgan quietitos y en silencio, dice la Señora Checha.
Un grupo se va a las hamacas, el otro a la canchita (guardapolvos colgados de los gajos de un árbol) y a atracarse (léase, ponerse) a jugar y otros se van al sector del patio interno a manguear (pedir, regatear) los kinotos. En los escalones, cual guardianas mirando y controlando todo, la de primero Marta Camelino De Brizuela, la de segundo Doña Pocha Itoiz, la de tercero la Señora Irene, la de cuarto la maestra Teresa Galvalisi, la de quinto Checha Cortez De Debat, la de sexto la seño Kigental; más atrás brazos cruzados hacia atrás la directora Doña Dominiciana Méndez De Duarte. Se termina el recreo. A clase especial. (Así le llamaban a Música y Plástica) Por un lado, los que eligieron música se van con la señora de Loza y los que eligieron dibujo con la maestra Ramona Cabral.
Llega ya las 5 de la tarde, es hora de irnos, campana, corrida alocada hacia las aulas a buscar nuestros útiles, y Puchero que le pone una zancadilla a Quico Luna, y este se pone a llorar. Interviene la maestra Checha y todo vuelve a la tranquilidad. A Quico lo calma con un alfajor y Puchero para mañana tiene penitencia y escribir como tarea cien veces: “No debo hacer zancadillas a mis compañeros”.
Nuevamente la rutina de la formación. Pasan a arriar la bandera la Dora Zamudio, Ramón Maciel y Malvina Moreyra. Salimos cantando y nos despedimos hasta mañana de nuestra querida Escuela del Piso, y de nuevo a juntarnos a jugar a la pelota y a la bolita.
Nosotros aprendimos jugando en la calle… nos enseñaron y moldearon en la escuela.
Mis queridos maestros y compañeros de la Escuela Del Piso, siempre en mis mejores recuerdos.
Nota Semblanza: Gentileza Julio Oscar “Pona” Noble.