A PESAR DEL TIEMPO, Y EL PASAR DEL TIEMPO

Mi primer Maestro fue mi padre, quien me enseñó las primeras letras y a leer a los cuatro años con los títulos de los diarios. Mientras el terminaba de almorzar, yo cual locutor, deletreaba los títulos del diario «El Litoral», que dejaba el canillita todos los días antes del mediodía. Así llegué a primer grado con cinco años como oyente (Así nos denominaban mientras estábamos a prueba los que ingresamos un año antes a la escuela primaria). Eso ocurrió en la Escuela de la Estación 484 de Santo Tomé Corrientes con la maestra Nonga.

Yo sabiendo leer imprentas no conocía la cursiva, y menos escribirla. Así que cuando volvía de la escuela me iba un rato a la casa de la maestra Pocha de Machessi, que con la técnica del humito que salía por la chimenea, me enseñó a hacer la letra «e» por ejemplo. La técnica consistía en hacer una casita con una chimenea por donde sale el humo. Hoy le llaman motricidad fina.

Pasaron los años, yo me fui del barrio, crecí, formé familia y estoy llegando a los cincuenta. Pero Ella cuando se cruza con mi madre le sigue preguntando:

– Hola Pelusa que gusto de verte ¿Cómo anda mi alumnito?

Yo escucho con una sonrisa que se me dibuja, porque nunca me olvidé que Ella fue la MAESTRA que me enseñó a escribir, le digo a mamá.

¡¡¡Ahhh!!! mirá vos… Todavía se acuerda de mí la MAESTRA POCHA.